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Caldereta de langosta

La langosta que llega hasta las costas de Baleares tiene fama de ser la más sabrosa, especialmente la que se pesca entre Mallorca y Menorca.

Esta exquisita langosta es la reina del mar en las Baleares. Pertenece a la especie de langosta europea, llamada científicamente Homarus Gammarus, y acude a las costas rocosas para alimentarse de pequeños animales, como chipirones, mejillones o erizos de mar. Puede alcanzar los 50 cm de longitud y su caparazón es rojizo o lila, con espinas para defenderse. Se pesca de forma artesanal, con cestos colocados como trampas en el fondo marino y su peso oscila entre 400 y 600 gramos. El crustáceo está protegido en Baleares y sólo se permite su captura del 1 de marzo al 31 de agosto. Durante este tiempo, la captura está prohibida para los ejemplares que todavía no alcanzan los 19 cm.

La langosta es la base de la deliciosa caldereta, que puede degustarse en la mayoría de los restaurantes de cocina marinera que existen en la costa. Se trata de un caldo que se asemeja a la Bullabesa. Muchos restaurantes exhiben sus ejemplares en grandes peceras, y el cliente puede elegir la que más le guste para su plato. Para saber si las langostas son frescas hay que levantarlas cogiéndolas por las antenas delanteras y comprobar que muevan la cola con mucha energía; de lo contrario, no son recomendables.

La caldereta de langosta de cala Fornells

Cualquier punto de la costa de Baleares es aconsejable, aunque hay un lugar que destaca por encima del resto. Se trata de Fornells, al norte de Menorca. En este pequeño y encantador pueblo de pescadores se prepara la caldereta de langosta más afamada entre los 'gourmets'; uno de ellos es el rey Don Juan Carlos, quien ha llegado a decir que es su plato predilecto. De hecho, en sus visitas vacacionales a las Islas, más de una vez aprovecha para disfrutar de esta delicia en los pocos pero especiales restaurantes de la bahía, algunos con terraza sobre el mar y una fantástica vista.

Pocas cosas pueden igualar a una sabrosa cena en un lugar tan romántico que deseemos quedarnos para siempre en él. Fornells proporciona ambas cosas. Su caldereta de langosta es suprema y su paisaje idílico.

Fornells es un lugar que merece la pena visitar. Además de su caldereta de langosta, los amantes de la naturaleza, del surf y los deportes de vela disfrutarán a sus anchas. Desde la Torre de Fornells, construida por los ingleses en 1802 en la entrada de la bahía, se disfruta de una panorámica inigualable de mar abierto y acantilados. La vista alcanza hasta el cap de Cavalleria, zona declarada como área de especial interés. Aquí se encuentra el primer museo al aire libre de Menorca, con restos arqueológicos de diferentes períodos.


La historia de Menorca es la historia de una sucesión de invasiones. Ello no deja de ser lógico, si tenemos en cuenta que la isla se halla situada en un lugar estratégico tanto militar como comercialmente, y por ello ha sido pieza codiciada por las naciones e imperios que ha intentado el dominio del Mediterráneo.

Las taulas y talaiots que salpican la isla datan de una época relativamente tardía en la cronología prehistórica, la edad del bronce, que discurre en Menorca desde el año 1.600 AC hasta el 200 AC. Cuando comenzaba a declinar la cultura talayótica, Menorca recibió la visita de los comerciantes fenicios y griegos, y la primera conquista militar: la de los cartagineses, quienes fundaron las ciudades de Jamma (actual Ciutadella) y Maghen , actual Mahón). En las tropas cartaginesas militaron los famosos honderos baleares, de los que se decía que eran capaces de atravesar los escudos y los cascos con sus proyectiles de piedra.

Los romanos, capitaneados por Quinto Cecilio Metelo, conquistaron las Baleares en el año 123 AC, dando la denominación de Balearis Minor o Minórica a nuestra isla. De la época de la colonización romana es el mosaico encontrado en la Isla del rey, en el puerto de Mahón. También se han encontrado estatuillas de bronce, objetos de adorno, inscripciones y abundante cerámica. Excelentes muestras de todo ello se exhiben en el Museo de Menorca, situado en Mahón.
De la época paleocristiana, que dura hasta que los vándalos arrianos toman la isla en el año 427, se conservan las basílicas de Son Bou, Torelló, la de Es cap d'es Port de Fornells.

La ocupación de isla por los árabes se lleva a cabo a principios del siglo X, pero desde dos siglos antes los barcos que partían de la península y el Norte de Africa asediaron la costa y temporalmente algunas ciudades.. Cuatro siglos de dominación musulmana han dejado en Menorca una profunda impronta. No solo en la toponimia (Binibeca, Binisafulla, Alcaufar, Cala Galdana, y un larguísimo etcétera), sino también la afición a los caballos, vestigios arqueológicos como el Castillo de Santa Agueda, y hermosas leyendas que han sido transmitidas oralmente
En el año 1287 Alfonso III conquistó Menorca para la corona de Aragón, exterminando la población de religión musulmana para sustituirla por colonos catalanes y mallorquines.

Los hechos más trágicos (tras la sangrienta reconquista) de la historia de Menorca se producen en el siglo XVI, con el saqueo de Mahón (1535) por el pirata turco Barbarroja y, en mayor medida si cabe, el de Ciutadella por Piali, pirata turco también, en 1558. El 9 de Julio de ese año los asaltantes, tras más de una semana de asedio, lograron abrir una brecha en la murallas de Ciutadella. La matanza y destrucción de la ciudad se recogen el documento llamado "Acta de Constantinopla". Más de 3.500 ciutadellencs fueron tomados como esclavos.

Franceses e ingleses se alternaron en el dominio de la isla desde la primera ocupación inglesa en 1708, hasta la firma del tratado de Amiens en 1802, por el que Gran Bretaña devuelve Menorca a España. Estas dominaciones han dejado evidentes huellas en la arquitectura, el lenguaje, e incluso en el carácter de los menorquines. El fuerte de Marlborough, en Es Castell, o la casa de Lady Hamilton, amante de Lord Nelson, son visitas recomendadas, así como la fortaleza de La mola (fortaleza de Isabel II) en la bocana del puerto de Maó.